sábado, 31 de agosto de 2013

Decisiones

 - Son las 4 y media de la mañana, ¿qué haces despierta?
Matilde estaba tan concentrada mirando la calle que no escuchó los pasos de su padre acercarse.
- Estaba haciendo haciendo el trabajo de biología, ya sabes me gustaría terminarlo el domingo - si, era una buena excusa. Su padre la miraba con gesto incrédulo. - Bueno, en realidad no hacía nada... Lo tengo atascadísimo.
Eso si que era verdad. Comenzó con él a mediados de agosto. Los primeros veinte minutos todo marchaba a la perfección, la siguiente media hora... bueno, con un poco de esfuerzo se concentraba algo. Luego ya no había manera, sus pensamientos la absorbían y terminaba perdiendo el día.
- Matilde...
- Anda, vete a la cama, yo no creo que tarde demasiado.
- No te acuestes muy tarde – dijo su padre antes de perderse por el pasillo.
Estaba enfadado con ella, lo sabía. Había cogido su ordenador sin su permiso, necesitaba echar un pequeño vistazo... Solo iban a ser un par de minutillos, si lo pudiera hacer desde el suyo no lo cogería. Pero eso el no lo entendía... Y lo que vio le gustó tanto que de la euforia se levantó del sofá, se llevó por delante el ordenador y comenzó a dar saltitos por todo el salón. El pobre aparato terminó en el suelo, con una esquina rota y un arañazo en la tapa. Su padre estaba enfadado, el ordenador destrozado, pero Javier al menos pensaba en ella. No podía disimular su sonrisa...
Seamos realistas, ¿quién iba a venir a buscarla a las cuatro y media de la mañana? En momentos como este se sentía patética y ridícula. Maldita coherencia. Le había esperado toda la noche. Estaba segura de que iba a venir. La seguía queriendo, lo sentía en la piel. Y ella a él. Si no fuera tan orgulloso, si tan solo se diera cuenta que su felicidad llevaba su nombre... Matilde no podía hacer nada, tenía que ser él. Y joder, hoy lo había visto tan claro... Desde luego, leer entre líneas no era lo suyo. Maldita nube nueve.
Su disco seguía sonando. La siete, la ocho, la nueve... Cogió el teléfono y le buscó entre sus contactos. Mi cama también me queda grande sin ti... 
No lo envió. Tendría que ser él.


Pepita Pérez

Espero que estés bien. 





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