jueves, 29 de agosto de 2013

Escenas sueltas

- Javier es un auténtico delincuente, me saca de mis casillas.
- ¿Qué te ha hecho ahora?
A Matilde le encantaba quejarse de casi todo, y a su pobre amiga no le quedaba otra que soportar los eternos sermones de la rubia hasta que se sintiera desahogada y pudiera volver a respirar tranquila.
- Nada en concreto, pero te digo que es un criminal.
-¿Hablando de mí princesa? –preguntó el delincuente sorprendiéndola desde atrás.
- No seas egocéntrico, no todo gira en torno a ti. - contestó borde.
- ¿Entonces hay otro criminal hecho y derecho que te está molestando? ¿Me quieres poner celoso?
- ¿Qué otro criminal va a haber? –interrumpió Paloma. – Matilde habla de ti las veinticuatro horas del día, eres su tema favorito de conversación...
Javier sonreía con sorna.
- Dentro de poco te pido salir. Al parecer ya piensas en mí bastante, eso quiere decir que estás a un corto paso del amor.  
- Mejor me voy – añadió Paloma escapando de los furiosos ojos de su amiga – me llaman...
- Si, si, huye cobarde... Y ahora, si no te importa, yo también me voy, no me gusta rodearme de delincuentes. 
- ¿Tanta prisa tienes? Aún no me has contado porque soy un criminal...
- No te creas que no se lo que hiciste ayer por la noche...
La carcajada de Javier se escuchó en tres kilómetros a la redonda.
- Tienes toda la razón, soy el peor de los criminales. No tengo vergüenza...
- Sinceramente, no me importa. Con tu permiso...
- Espera, espera... Saltarse un par de reglas de vez en cuando no está tan mal.
- Quizás para ti, pero para mí…
- Para cualquiera. Ser un criminal no es tan malo. –agregó bajando su mano de su brazo hasta llegar a su mano - Siempre y cuando tengas un buen crimen que cometer.
- Cualquier crimen que quieras cometer está mal y no vas a contar conmigo – bramó la rubia intentando librarse de su mano.
- No si es un crimen perfecto... – alegó el muchacho mientras la acorralaba contra la pared.
- No hay crímenes perfectos... Aléjate, me estás poniendo nerviosa.
- Yo tengo uno.
Javier se acercó más a ella.
- Suéltame, por favor.
- Solo te estoy robando el corazón
-¿Eh? –preguntó descolocada.
- El crimen perfecto, Matilde. Déjame robar tu corazón, total, tú ya tienes el mío.
- Eso…Eso es ridículo. –titubeó. –Yo no tengo nada tuyo y…y…
- Claro que lo tienes. Eres lo mejor que tengo y lo que jamás creí necesitar tanto.
- Eso no puede ser verdad, para empezar ni siquiera me tienes y... tú...
Y la calló como siempre quiso hacer. El muchacho movió sus labios lentamente rogando al cielo que la rubia no fuera a partirle la cara de una bofetada. Matilde respondió al beso con cautela, con sus manos temblando y sus ojos cerrándose lentamente.
- ¿Ves como si que era verdad?
- ¡Si vuelves a hacer eso, yo…yo…voy a….! –tartamudeó torpemente.
- ¿Vas a volver a responderme el beso? –completó sonriéndole encantadoramente. –Porque eso fue lo que hiciste.
- ¡Claro que no! Yo...yo... –hizo una pausa y trató de acompasar su respiración y ordenar sus ideas. Suspiró. - Por tu culpa no llegaré a tiempo a clase.
- ¿Qué más dará ahora la clase? Felicidades princesa, te has convertido en una delincuente cualquiera...
- No Javier, no. - sonrió -  En delincuente de crímenes perfectos. De nuestros crímenes perfectos.

Pepita Pérez

Pues juguemos. ¿Quién mueve primero?


No hay comentarios:

Publicar un comentario