-
Javier es un auténtico delincuente, me saca de mis casillas.
-
¿Qué te ha hecho ahora?
A
Matilde le encantaba quejarse de casi todo, y a su pobre amiga no le
quedaba otra que soportar los eternos sermones de la rubia hasta que
se sintiera desahogada y pudiera volver a respirar tranquila.
-
Nada en concreto, pero te digo que es un criminal.
-¿Hablando
de mí princesa? –preguntó el delincuente sorprendiéndola desde
atrás.
-
No seas egocéntrico, no todo gira en torno a ti. - contestó borde.
-
¿Entonces hay otro criminal hecho y derecho que te está molestando? ¿Me quieres poner celoso?
-
¿Qué otro criminal va a haber? –interrumpió Paloma. – Matilde
habla de ti las veinticuatro horas del día, eres su tema favorito de
conversación...
Javier
sonreía con sorna.
-
Dentro de poco te pido salir. Al parecer ya piensas en mí bastante,
eso quiere decir que estás a un corto paso del amor.
-
Mejor me voy – añadió Paloma escapando de los furiosos ojos de su
amiga – me llaman...
-
Si, si, huye cobarde... Y ahora, si no te importa, yo también me
voy, no me gusta rodearme de delincuentes.
-
¿Tanta prisa tienes? Aún no me has contado porque soy un
criminal...
-
No te creas que no se lo que hiciste ayer por la noche...
La
carcajada de Javier se escuchó en tres kilómetros a la redonda.
-
Tienes toda la razón, soy el peor de los criminales. No tengo
vergüenza...
-
Sinceramente, no me importa. Con tu permiso...
-
Espera, espera... Saltarse un par de reglas de vez en cuando no está
tan mal.
-
Quizás para ti, pero para mí…
-
Para cualquiera. Ser un criminal no es tan malo. –agregó bajando
su mano de su brazo hasta llegar a su mano - Siempre y cuando tengas
un buen crimen que cometer.
-
Cualquier crimen que quieras cometer está mal y no vas a contar
conmigo – bramó la rubia intentando librarse de su mano.
-
No si es un crimen perfecto... – alegó el muchacho mientras la
acorralaba contra la pared.
-
No hay crímenes perfectos... Aléjate, me estás poniendo nerviosa.
-
Yo tengo uno.
Javier
se acercó más a ella.
-
Suéltame, por favor.
-
Solo te estoy robando el corazón
-¿Eh?
–preguntó descolocada.
-
El crimen perfecto, Matilde. Déjame robar tu corazón, total, tú ya
tienes el mío.
-
Eso…Eso es ridículo. –titubeó. –Yo no tengo nada tuyo y…y…
-
Claro que lo tienes. Eres lo mejor que tengo y lo que jamás creí
necesitar tanto.
-
Eso no puede ser verdad, para empezar ni siquiera me tienes y...
tú...
Y
la calló como siempre quiso hacer. El muchacho movió sus labios
lentamente rogando al cielo que la rubia no fuera a partirle la cara
de una bofetada. Matilde respondió al beso con cautela, con sus
manos temblando y sus ojos cerrándose lentamente.
-
¿Ves como si que era verdad?
-
¡Si vuelves a hacer eso, yo…yo…voy a….! –tartamudeó
torpemente.
-
¿Vas a volver a responderme el beso? –completó sonriéndole
encantadoramente. –Porque eso fue lo que hiciste.
-
¡Claro que no! Yo...yo... –hizo una pausa y trató de acompasar su
respiración y ordenar sus ideas. Suspiró. - Por tu culpa no llegaré
a tiempo a clase.
-
¿Qué más dará ahora la clase? Felicidades princesa, te has
convertido en una delincuente cualquiera...
-
No Javier, no. - sonrió - En delincuente de crímenes
perfectos. De nuestros crímenes perfectos.
Pepita
Pérez
Pues juguemos. ¿Quién mueve primero?
No hay comentarios:
Publicar un comentario