sábado, 24 de agosto de 2013

Escenas sueltas. Miedos futuros.

- ¿Matando a Javier con la mirada de nuevo?
Matilde desvió la mirada avergonzada. Dolía. 
- Quizá.
- Te lo preguntaré por ultima vez. ¿Qué te ha hecho esta vez?
-Nada.
-Nada. ¡Y una mierda! Llevas desde hace dos semanas poniéndome la misma excusa. Así que espero por tu bien y por el de mi estado mental que me digas de una puñetera vez que te ha hecho para tenerte así.
Matilde parpadeó varias veces.
- Paloma, cariño, no ha pasado nada, te lo prometo.
- A otro lobo con ese cuento caperucita. Creía que era tu amiga.
- Y lo eres.
- Entonces, ¿por qué no me dices lo que te ha hecho?
- Nada. Para ya, no seas pesada.
- ¿Segura? Porque por la manera que lo mirabas parecía que querías torturarlo de manera lenta y dolorosa. O mejor dicho, parecías realmente dolida... y eso solo me lleva a una conclusión.
-¿Qué conclusión? – preguntó intentando fingir un ligero tono de aburrimiento y consiguiendo en cambio un timbre de desesperación bastante penoso.
- Te ha hecho algo. Algo muy desagradable. Algo realmente grave. Son solo suposiciones pero...
-¿Qué suposiciones? - Necesitaba desahogarse. Y si ella no podía hablar de ello tendría que conseguir que su amiga lo descubriese.
- Pues…tengo varias. La primera es que habéis discutido. Te ha dicho cualquier cosa y tu te lo has tomado a la tremenda. Os habéis puesto a chillar...
- No... Esa no es la razón.
Paloma frunció el ceño y asintió.
- Bien, pues entonces vamos a por la segunda. ¿Que tal esta? Ha salido con sus amigos y...
-No. Otra...
- De acuerdo. Veamos... ¿Llegó tarde y...
- No.
- Pues solo me queda la más descabellada.
- ¿Y bien?
Paloma suspiró por la reacción de su amiga. Podía gritar y patalear por si quiera sugerirlo…aunque también era posible que le diese un ataque de risa. Echó una rápida mirada al rostro de su amiga. Sus cejas fruncidas, sus labios rectos, sus ojos achicados. Todo daba muestras de enfado, incluso sus puños apretados. Era imposible que ella…no, no era posible.
- Que...
-¡Javier!- un grito femenino interrumpió lo que seguramente hubiese sido un diluvio de interrogantes- ¡Te estuve buscando cariño!- ronroneó una chica morena de pelo rizado.
Se sentó junto a él, y ni corta ni perezosa le dio un tierno beso en los labios. Javier pasó su mano por los hombres de la chica y la abrazó.
Paloma miraba la escena sorprendida.
- No digas nada, te entiendo.


Miedo escrito en la frente. 

Pepita Pérez.

No le deseo a nadie estas pesadillas.

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