domingo, 8 de septiembre de 2013

Escenas sueltas, miedos futuros.

Cuando Matilde había pedido en su fuero interno algo que la hiciese reaccionar y le permitiese dejar atrás su lamentable caos mental, no se refería a lo que estaba viendo. Se había levantado con energía, decidida a hablar con Javier para recobrar su paz de espíritu. Si el no quería escucharla, le obligaría, le ataría a una silla si era preciso, pero iba a escucharla.
Pero al llegar a la facultad se había topado con un problema: si quería su captar su atención, iba a tener que despegar antes su boca de la de esa... chica. Se estaban besando como si no hubiese mañana al lado de la puerta de la cafetería, un espectáculo disponible para cualquiera que quisiese o no quisiese verlo. A juzgar por el vuelco que le dio el estómago, Matilde se encontraba en el segundo grupo.
- Vaya, qué bien. Qué agradable ver esto de buena mañana – susurró a su lado su amiga Natalia.
Matilde intento sonreír, pero notó como su cara se resistía a obedecerla.
- Vamos a desayunar, anda- dijo apartando los ojos de los de Paloma, que empezaba a mirarla con cierta preocupación. Realmente dudaba que fuese capaz de comer nada después de lo que acababa de ver, pero quería irse de allí cuanto antes.
Pidieron tres cafés y salieron fuera, a la terraza.
- ¿Quién era esa? No me suena haberla visto por aquí.
- Creo que estudia económicas. Es amiga de Mateo, este chico que nunca va a clase y que siempre saca notazas... Le tienes que conocer, seguro. Se tira el día en la cafetería.
- No me suena, nunca la había visto.
- ¿Pero como no vas a conocer a Mateo?
- ¡No, no! ¡Decía a la chica! A Mateo claro que lo conozco. La chica no era fea. Excesivamente delgada pero bonita.
- Creo que se llama Helena..
- ¿Helena?
- Si, me suena. Con hache además.
- ¿Con hache? ¿Pero qué horterada es esa? Que gusto más raro tiene este chico. - Paloma levantó las cejas mirando a Natalia, advirtiéndola. - ¿Has visto como vestía? Y esas botas... Tranquila Matilde, tu eres más guapa. Y vistes mucho mejor. Solo hace falta ver..
- ¡Natalia por favor! No creo que Matilde tenga ganas de escuchar lo que piensas... Cielo, ¿te encuentras bien?
La pregunta de Paloma la sacó de su dolorosa rutina. Durante toda la conversación Matilde había tenido los ojos clavados en su taza vacía y no había escuchado nada de lo que habían hablado. En su cabeza se estaban repitiendo en un bucle infinito esos diez segundos. Y con cada repetición, su estómago se hacía un poco más pequeño.
- Estás pálida.
Levantó la vista, un poco aturdida. Paloma la estaba taladrando con las pupilas, como si quisiese leerle el pensamiento y fruncía el ceño.
- Tengo mal el estómago- dijo siendo totalmente sincera y desviando la mirada.
- ¿Quieres que te acompañe al botiquín? - intervino Natalia.
Matilde sonrió y negó con la cabeza. Sospechaba que no podrían darle nada para curar su malestar particular.
- No, no es para tanto. Se me pasará.
- De eso no estoy tan segura. - murmuró Paloma para sus adentros. Matilde le lanzó una mirada de enfado que su amiga ignoró.
Cuando se dirigía con una silenciosa y pensativa Paloma a la primera clase del día, se encontraron con Javier y la chica despidiéndose entre besos y risitas en la entrada.
- ¿Qué tal tu estómago?- preguntó Paloma en voz baja cuando se sentaron en la segunda fila.
Matilde se limitó a bufar un insulto ininteligible y a sacar sus libros. Al menos, la bofetada de realidad le iba a servir para encarrilar su vida de nuevo y dejar de jugar a la princesa del drama en sus ratos libres. Con un poco de suerte, lo de su estómago sería temporal. O eso esperaba. 


Pepita Pérez
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