jueves, 5 de septiembre de 2013

El apartamento

- ¿Podemos hablar? - Matilde sonaba preocupada.
- Claro, dime.
- ¿Recuerdas el final de El Apartamento?
- Claro, ¿qué pasa con él?
- Ayer volví a verla. Se la recomendé a Paloma y después de que la viera, la estuvimos comentado. Me dijo que no le gustaba. Que desde el principio sabía lo que iba a pasar, que no tenía gracia, que los actores no llamaban demasiado la atención. Que le gustaba más el Wilder de Irma la dulce...
- Pues no estoy muy de acuerdo con Paloma... - dijo Miguel con sorna.
- Ya... - Matilde sonrió - Yo tampoco. En cualquier caso yo no quería hablar de eso, que me he desviado...
- Como has comenzado a... Da igual, dime entonces.
- Me costó mucho decidirme, pero volví a verla. Y recordé una discusión que tuve hace ya tiempo con una persona sobre el final, la escena de las cartas.
- Si.
- Yo creo que el final es claramente feliz. Con quién discutía, decía que no, que era tristísimo.
No es un final al uso, eso está claro.
- A donde quiero ir, es que llevo matándome la cabeza intentando descubrir en que se sostiene ese final triste. Y leo críticas, opiniones, veo la escena una y otra y otra vez... Pero no hay manera... Estoy hasta obcecada ya. No saco nada en claro. Y no sé, me gustaría saber tu opinión.
- Recuerdo una vez que recomendé una película a una amiga. Al final de esa película los protagonistas no acaban juntos.
- ¿No?
- No, pero porque es una película sobre la amistad, en ningún momento se sugiere nada más.
- No entiendo que me quieres decir. El apartamento no es una película sobre la amistad. No lo creo, vamos.
- Déjame terminar, luego si quieres hablamos de eso.
- Perdona, continúa.
- Pues resulta que a mi amiga no le gustó la película. ¿Por qué? Porque no acababan juntos, como pareja. No sé, me pareció un razonamiento pueril y absurdo....
Me he perdido... ¿No estabamos hablando de El apartamento?
- Estás obcecada, si... - Matilde puso mala cara. Miguel no pudo evitar carcajearse. 
- Todo depende de como lo mires. Depende de tus expectativas.
- ¿Puedes ser un poco más explícito? Me estoy volviendo loca... Puede parecer una tontería, pero necesito aclarar esta escena de una vez. - Matilde sonaba desquiciada, si.
- ¿Qué no entiendes?
- Siempre he interpretado El apartamento como una historia de fracasados. Aunque suene rara la comparación, Jack Lemmon sería el Boggart de Casablanca. Entre comillas, claro.
- Un poco forzada, si, pero no del todo errónea. Sigue.
- Pero él recupera su dignidad cuando renuncia a escalar puestos en la empresa, y ella lo hace cuando deja al otro cenando y va a buscarle a su apartamento. Y de ahí el final feliz... ¿No lo ves así?
- No, la verdad es que no. Si eres un descerebrado al que sólo le importa el amor y las perdices, es un final triste. Claramente triste. Si vas más allá, es un final feliz.
- ¡Lo estás diciendo al revés!
- ¿Segura?
- ¡Claro! ¡McLaine va a buscarle! ¡Tienen ambos una sonrisa de felicidad que no les cabe en la cara cuando se quitan los abrigos! ¿Cómo puede ser eso un final triste?
- ¿En serio no lo entiendes? Joder Matilde, me decepcionas...
- Lo que me faltaba... Seré como tu amiga entonces.
- No te piques mujer, sabes que te lo digo en broma. A mi amiga no le gustó, pero por  que no soporta los finales tristes.
- ¿Y quién los soporta?
- La vida, Matilde, la vida... - dijo con resignación.
- Pues menuda mierda de vida.  - murmuró - ¿Entonces qué?¿Final triste o final feliz?
- Eso solo lo puedes decidir tú. Creo recordar que ella le dice en algún un momento que todo sería más fácil si se pudiera enamorar de un hombre como él. ¿Eso es un rechazo, no?
- ¡Pero eso lo dice a mitad de la película!
- Pero nada. “No diga más y juegue”. ¿No crees que son las calabazas más dulces de toda la historia?
Matilde se mantuvo callada durante un rato. Fruncía el ceño mientras que pensaba.
- No. -
Miguel se sorprendió del tono seguro de su voz - En el más sentido estricto de la palabra, las cartas han sido siempre un símbolo de destino y futuro. Jugar la partida de cartas es arriesgarse y desafiar a la incertidumbre. "Se quiere o no se quiere, es cuestión de gustos", dice McLain en la cena de Nocheviaja... Son responsables de sus actos, dicen un poquito más tarde... ¿No te das cuenta? Final feliz, si. Y sin moñadas de por medio... No hacen falta los te quieros.
- Pero...
- Pero nada. "No diga más y juegue". ¿No crees que es la declaración de amor más bella de toda la historia?


    Pepita Pérez
    Las mujeres enamoradas de hombres casados - de sus ideales, añado yo - no deberían llevar rimmel. 

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