sábado, 31 de agosto de 2013

Decisiones

 - Son las 4 y media de la mañana, ¿qué haces despierta?
Matilde estaba tan concentrada mirando la calle que no escuchó los pasos de su padre acercarse.
- Estaba haciendo haciendo el trabajo de biología, ya sabes me gustaría terminarlo el domingo - si, era una buena excusa. Su padre la miraba con gesto incrédulo. - Bueno, en realidad no hacía nada... Lo tengo atascadísimo.
Eso si que era verdad. Comenzó con él a mediados de agosto. Los primeros veinte minutos todo marchaba a la perfección, la siguiente media hora... bueno, con un poco de esfuerzo se concentraba algo. Luego ya no había manera, sus pensamientos la absorbían y terminaba perdiendo el día.
- Matilde...
- Anda, vete a la cama, yo no creo que tarde demasiado.
- No te acuestes muy tarde – dijo su padre antes de perderse por el pasillo.
Estaba enfadado con ella, lo sabía. Había cogido su ordenador sin su permiso, necesitaba echar un pequeño vistazo... Solo iban a ser un par de minutillos, si lo pudiera hacer desde el suyo no lo cogería. Pero eso el no lo entendía... Y lo que vio le gustó tanto que de la euforia se levantó del sofá, se llevó por delante el ordenador y comenzó a dar saltitos por todo el salón. El pobre aparato terminó en el suelo, con una esquina rota y un arañazo en la tapa. Su padre estaba enfadado, el ordenador destrozado, pero Javier al menos pensaba en ella. No podía disimular su sonrisa...
Seamos realistas, ¿quién iba a venir a buscarla a las cuatro y media de la mañana? En momentos como este se sentía patética y ridícula. Maldita coherencia. Le había esperado toda la noche. Estaba segura de que iba a venir. La seguía queriendo, lo sentía en la piel. Y ella a él. Si no fuera tan orgulloso, si tan solo se diera cuenta que su felicidad llevaba su nombre... Matilde no podía hacer nada, tenía que ser él. Y joder, hoy lo había visto tan claro... Desde luego, leer entre líneas no era lo suyo. Maldita nube nueve.
Su disco seguía sonando. La siete, la ocho, la nueve... Cogió el teléfono y le buscó entre sus contactos. Mi cama también me queda grande sin ti... 
No lo envió. Tendría que ser él.


Pepita Pérez

Espero que estés bien. 





viernes, 30 de agosto de 2013

Me gusta...

- Ese afán de llamar la atención.
Matilde gira la cabeza bruscamente, extrañada.
- Me has preguntado qué es lo que no me gusta de ti, ¿no? Pues eso. No me gusta nada ese afán tuyo de protagonismo.
Suspira con pesadez mientras apoya la cabeza contra la fría pared para dejarse escurrir lentamente contra el suelo.
- Lo siento - Pero lo dice tan bajito que verdaderamente duda que él haya llegado a escucharle. Aunque sí lo ha hecho.
- Pero… - sigue hablando, tras aclararse levemente la garganta. - Me gusta, por ejemplo, lo auténtica y original que eres otras veces.
Y durante un segundo - sólo uno – Matilde se permite esbozar la más amplia sonrisa que recuerda haber tenido durante meses.
- A mí no me gusta que siempre me estés riñendo. Siento como si... todo lo que hago es insuficiente para ti. Que siempre se puede hacer de otra manera, siempre mejor. En cambio, - continúa ella, imitándole - no hay nada más que me guste hacer que escucharte. Cuando me reprendes y yo me pongo a la defensiva. Y nunca te doy la razón aunque internamente sepa que estoy equivocada. O cuando hablas de cosas de la vida y citas a Marco Aurelio, a Kant y a tu profesor de filosofía. Escucharte, si... Eso me gusta mucho.
Javier siente como sus orejas comienzan a encenderse y desvía la mirada. No está acostumbrado a sus cumplidos.
- Tampoco me gusta verte triste. - sigue Matilde con los ojos cerrados y la cabeza apoyada contra la pared. - Tienes una sonrisa preciosa. Pero aún así pienso que es increíble ver como has superado todos los palos que te han dado desde pequeño. Con orgullo, con fuerza. Eres un chico maravilloso.
Javier estaba increíblemente colorado. No se lo esperaba. Pero era su turno...
- A mí no me gusta lo dictatorial que te pones cuando trabajas en grupo. Tu voluntad siempre tiene que estar por encima de la de los demás. Y lo muchísimo que te cuesta pedir perdón... Pero a pesar de todo ello, comprendo que lo haces tan sólo por el bien del equipo, porque quieres que seáis los mejores. Siempre quieres ser la mejor, destacar.
Matilde no puede evitar que una pequeña sonrisa surque su cara. Las palabras de Javier, lo quiera o no, tienen un gran efecto sobre él. Se mantiene callada.
- Ahora se supone que tú deberías decir algo que no te guste y que te guste sobre mí.
Matilde vuelve la cabeza para mirarle. Sus ojos verdes brillan con expectación, mirándola fijamente mientras una pequeña sonrisa comienza a aparecer en sus labios. Joder. Está totalmente perdida, perdida por él.
- Lo haría, por supuesto que lo haría. Pero creo que se me han acabado las cosas que no me gustan de ti.
De pronto el aire se tensa. Casi puede notarse el hilo invisible, tan tirante entre ambos, que ante el más mínimo movimiento en falso, ante el más mínimo comentario fuera de su tácito acuerdo, amenaza con romperse y no ser capaz de repararse.
- Matilde...
Pero lo cierto es que ni siquiera sabe lo que quiere decir. Quiere decirle que lo deje, que vale ya de bromas y comentarios sobre él, que no tienen ninguna gracia, que tan sólo le humillan. Quiere decir que están bien así, que no quiere volver atrás. O quizás no. Quizás quiera decirle que, simplemente, la echa de menos.
- Matilde, yo… —Intenta, pero las palabras se atascan en su garganta, negándose a salir.




Pepita Pérez

It's a big enough umbrella but it's always me that ends up getting wet

jueves, 29 de agosto de 2013

Escenas sueltas

- Javier es un auténtico delincuente, me saca de mis casillas.
- ¿Qué te ha hecho ahora?
A Matilde le encantaba quejarse de casi todo, y a su pobre amiga no le quedaba otra que soportar los eternos sermones de la rubia hasta que se sintiera desahogada y pudiera volver a respirar tranquila.
- Nada en concreto, pero te digo que es un criminal.
-¿Hablando de mí princesa? –preguntó el delincuente sorprendiéndola desde atrás.
- No seas egocéntrico, no todo gira en torno a ti. - contestó borde.
- ¿Entonces hay otro criminal hecho y derecho que te está molestando? ¿Me quieres poner celoso?
- ¿Qué otro criminal va a haber? –interrumpió Paloma. – Matilde habla de ti las veinticuatro horas del día, eres su tema favorito de conversación...
Javier sonreía con sorna.
- Dentro de poco te pido salir. Al parecer ya piensas en mí bastante, eso quiere decir que estás a un corto paso del amor.  
- Mejor me voy – añadió Paloma escapando de los furiosos ojos de su amiga – me llaman...
- Si, si, huye cobarde... Y ahora, si no te importa, yo también me voy, no me gusta rodearme de delincuentes. 
- ¿Tanta prisa tienes? Aún no me has contado porque soy un criminal...
- No te creas que no se lo que hiciste ayer por la noche...
La carcajada de Javier se escuchó en tres kilómetros a la redonda.
- Tienes toda la razón, soy el peor de los criminales. No tengo vergüenza...
- Sinceramente, no me importa. Con tu permiso...
- Espera, espera... Saltarse un par de reglas de vez en cuando no está tan mal.
- Quizás para ti, pero para mí…
- Para cualquiera. Ser un criminal no es tan malo. –agregó bajando su mano de su brazo hasta llegar a su mano - Siempre y cuando tengas un buen crimen que cometer.
- Cualquier crimen que quieras cometer está mal y no vas a contar conmigo – bramó la rubia intentando librarse de su mano.
- No si es un crimen perfecto... – alegó el muchacho mientras la acorralaba contra la pared.
- No hay crímenes perfectos... Aléjate, me estás poniendo nerviosa.
- Yo tengo uno.
Javier se acercó más a ella.
- Suéltame, por favor.
- Solo te estoy robando el corazón
-¿Eh? –preguntó descolocada.
- El crimen perfecto, Matilde. Déjame robar tu corazón, total, tú ya tienes el mío.
- Eso…Eso es ridículo. –titubeó. –Yo no tengo nada tuyo y…y…
- Claro que lo tienes. Eres lo mejor que tengo y lo que jamás creí necesitar tanto.
- Eso no puede ser verdad, para empezar ni siquiera me tienes y... tú...
Y la calló como siempre quiso hacer. El muchacho movió sus labios lentamente rogando al cielo que la rubia no fuera a partirle la cara de una bofetada. Matilde respondió al beso con cautela, con sus manos temblando y sus ojos cerrándose lentamente.
- ¿Ves como si que era verdad?
- ¡Si vuelves a hacer eso, yo…yo…voy a….! –tartamudeó torpemente.
- ¿Vas a volver a responderme el beso? –completó sonriéndole encantadoramente. –Porque eso fue lo que hiciste.
- ¡Claro que no! Yo...yo... –hizo una pausa y trató de acompasar su respiración y ordenar sus ideas. Suspiró. - Por tu culpa no llegaré a tiempo a clase.
- ¿Qué más dará ahora la clase? Felicidades princesa, te has convertido en una delincuente cualquiera...
- No Javier, no. - sonrió -  En delincuente de crímenes perfectos. De nuestros crímenes perfectos.

Pepita Pérez

Pues juguemos. ¿Quién mueve primero?


miércoles, 28 de agosto de 2013

Rojo y azul.

Matilde reconoció los acordes al instante de esa canción que hace ya tiempo se prometió no volver a escuchar. No, esto no podía estar pasando. Tenía que ser una broma, una mala pasada. Juraría haber borrado la canción de la lista de reproducción.
La escena era surrealista. Maldita curiosidad, maldito el momento. Las fotos que Javier había publicado la noche anterior y Morrissey retumbando en sus oídos. Recordaba a la perfección las dos instantáneas. El jersey rojo y sus pestañas. Y se vio a ella misma con trenzas y la camisa azul de cuadros en Lisboa. ¿Pero como querían que siguiera hacia delante? Los recuerdos se arremolinaban en su mente.
La tarde ya estaba perdida, ¿qué más daba? Matilde se levantó de la mesa cabizbaja, y tras asomarse a la ventana para ver que todo estaba en su lugar – la pintada seguía ahí - , se dirigió a la habitación.
No entendía nada, cero coherencia en toda esta historia. ¿Por qué esas fotos? ¿Por qué otras imágenes y otros textos cuando ni si quiera era capaz de contestar a una carta? “Lo siento Matilde”, y se acabó.
El disco verde los Smiths. Necesitaba escuchar la canción. Tan alta que no fuera posible pensar. ¿De qué sirve ser coherente?
Tocaron a la puerta.
- ¿Puedes bajar la música? Está muy alta y no me... Matilde, ¿otra vez mirando por la ventana?¿Estás bien cariño?
- Tranquila, estaba viendo llover.
- Pensaba que ya lo habíamos hablado todo, y llegado a la conclusión de que era lo mejor que podía pasar. Pero no pongas esa cara hija, no me llores más.
- Eso es lo que pensáis papá y tú, que todo está bien. Déjame anda.
- Pero...
- Mamá, por favor.
- Como veas, pero no llores más. Y baja el volumen.
Cerró la puerta. Estampó el teléfono contra el suelo y subió el volumen más todavía.




Que buenas son tus letras Morrisey, pero que malos tus directos. Gracias por escribir lo que muchos queremos gritar.

Pepita Pérez.

Still I cling.

martes, 27 de agosto de 2013

Penélope

Cuando el escritor y político británico Edmund Burke (1729 – 1797) utilizó por primera vez la expresión “cuarto poder”, lo hacía para hacer referencia a la enorme influencia de la prensa, capaz de influenciar a la opinión pública.

Este silencio sepulcral me está matando. La chica de enfrente me está mirando, levanto las cejas a modo de saludo. Ella tampoco estudia, ¿estará preocupada? No es fea, un poco entradita en carnes pero con una sonrisa graciosa. También tuerce el labio, igual que tú. El de arriba. Y masca chicle con la boca cerrada. No, definitivamente no tiene muchas ganas de estudiar. Sus ojos recorren hastiada toda la biblioteca, como esperando... Pobrecita, parece que lo está pasando mal. Ya somos dos. ¿Qué te pasa chica? ¿También estás decepcionada? ¿Pusiste todas tus esperanzas en una persona y esta se las llevó por delante? A ti también te duele... Si, eso tiene que ser. Paloma me está mirando de forma recriminatoria, pidiéndome sin hablar, casi suplicando, que vuelva a mis apuntes... Vale, vale. Lo he entendido.

Y es que, como más tarde expondremos, los medios de comunicación ejercen un papel crucial en el funcionamiento de los estados de derecho y las democracias.

Tú también fuiste un papel crucial en mi vida. El más importante de todos, el que más me gustaba. Y vaya si te esperé, te sigo esperando. Tenemos que asociarnos chica, el club Penélope: amantes fieles que esperan a quien no va a volver. Tú la presidenta y yo la secretaria. Me has sonreído, te ha gustado la idea, ¿eh? Si al final va a tener razón mi madre, nos hace feliz regodearnos en la mierda... Pero para ya de sonreír, ¿no? Que tampoco es para tanto. Era solo una idea demasiado vaporosa. Ese gesto no me gusta. ¿Determinación? ¿Seguridad en sí misma? ¡Pero no te vayas, chica! ¡Aún tengo que proponerte en voz alta mi idea! ¡Vuelve, vuelve!

La prensa ha hecho y deshecho gobiernos, ha creado reputaciones y arruinado otras. Por eso le han llamado el cuarto poder, y en algunas ocasiones pretendió ser el primero.

Esto es insoportable, mi compañera de fracaso se ha ido. Y los apuntes me aburren infinitamente. Otra vez estas sola frente a esto, princesa. Sola, sola, sola... ¿Qué estarás haciendo? ¿Con quién? ¿Pensarás en mí? Ya está, cuando salga de la biblioteca me estarás esperando. Y yo con estas pintas, y sin peinar...

- Eres demasiado testaruda. No pienses más en él.
- ¿Qué has dicho?
- Te he llamado testaruda, cabezota.
- Ya vale Paloma... Intento estudiar.
- ¡Joder Matilde! Haces que estudias, miras al infinito y piensas que vendrá a buscarte.
- No es verdad. Lo tengo perfectamente superado. Mira como sonrío. Estaba mirando a esa chica, la que estaba a tu derecha... Tenía cara de estar triste.
- Dime la verdad, ¿le quieres?
- ¿Pero qué pregunta es esa? Te estaba hablando de la chica rubia. Pobre, lo tiene que estar pasando francamente mal. Se me revolvía el estómago de verla así...
- ¿Le quieres, Matilde?
- ¿A qué viene esto?
- ¿Le quieres Matilde?
- Si...
- Entonces... ¿Qué te impide ir tras él? ¿Realmente ha hecho algo tan malo? Le quieres, no sabes ni puedes vivir sin él.
- ¿No luchar por mi, te suena?
- Matilde, escuchame... ¡Matilde, Matilde! ¡No me hagas levantar la voz! ¡Pero no te vayas! ¡Matilde...!
- Necesito fumar. No estoy de humor para estudiar, y mucho menos para escucharte.


**


En la otra punta de la ciudad, la chica rubia tuvo más suerte.

- ¿Estás bien?
- No lo sé. ¿Lo estás tú?
- Si. Te quiero...
- Pero...
- Ese es el problema. Que no hay peros. Te quiero sin peros, sin condiciones, sin importarme el pasado y el presente. Siempre te he querido y nunca me ha importado.
- Pero..
- ¿Te he dicho sin peros, no? No quiero dejar de sentirlo. Y yo que sé, quiero estar ahí, a tu lado.



Pepita Pérez

En la biblioteca.

lunes, 26 de agosto de 2013

Mariposas

Era un bonito día de primavera. Matilde y Paloma paseaban por el parque cuando una mariposa revoloteó a su alrededor. Mal día para hacerlo, el pobre insecto volador murió al instante aplastado.
- ¡Pero como puedes ser así! El pobre animal no tiene la culpa de nada. Pobre mariposa.
- Las mariposas sólo viven veinticuatro horas, no sé cuál es el problema. Le ahorré el sufrimiento de su inminente muerte. Debería estar agradecida.
- No se como puedes ser tan bruta. El animal solo quería saludarte... ¿Y cómo la devuelves el saludo? Pum, muerta.
- No seas ridícula Paloma. Ese maldito animal sólo quería molestarme. Además, ¿qué más da? Hay miles de mariposas, polillas y mosquitos en el mundo...
- ¿Y como hay miles tu te ves legitimada a matarlas una por una, no? ¿Por qué odias las mariposas, Matilde? ¿Por qué?
Buena pregunta, ¿por qué?. La respuesta no era fácil, pero si había una explicación esta tenía un nombre: Javier. Las mariposas habían comenzado a invadir su vida cuando se cruzó con él por primera vez. Fue hace ya cuatro años, él volvía de jugar al fútbol. La mochila al hombro, la pelota bajo el brazo y el cabello revuelto. Primera sonrisa, primera mariposa. Con el correr de los días, las mariposas aparecían en el momento más inoportuno. Cuando lo escuchaba reírse con sus amigos, cuando aparecía por el pasillo y se sorprendía mirándole embobada, o cuando simplemente pensaba en él. Mariposas por todos lados.
Y allí se encontraba ahora, junto a su amiga, sin dejar de sentir esas mariposas dentro suyo.
- Odio las mariposas porque hablan por mi. Porque no me dejan pensar, porque vivo en la luna por culpa de ellas, porque son las únicas culpables de que no deje de pensar en Javier. ¿Podías si quiera pensar que una mariposa es capaz de tanto?








Pepita Pérez

Con un poco de suerte, lo de tu estómago será temporal.

sábado, 24 de agosto de 2013

Escenas sueltas. Miedos futuros.

- ¿Matando a Javier con la mirada de nuevo?
Matilde desvió la mirada avergonzada. Dolía. 
- Quizá.
- Te lo preguntaré por ultima vez. ¿Qué te ha hecho esta vez?
-Nada.
-Nada. ¡Y una mierda! Llevas desde hace dos semanas poniéndome la misma excusa. Así que espero por tu bien y por el de mi estado mental que me digas de una puñetera vez que te ha hecho para tenerte así.
Matilde parpadeó varias veces.
- Paloma, cariño, no ha pasado nada, te lo prometo.
- A otro lobo con ese cuento caperucita. Creía que era tu amiga.
- Y lo eres.
- Entonces, ¿por qué no me dices lo que te ha hecho?
- Nada. Para ya, no seas pesada.
- ¿Segura? Porque por la manera que lo mirabas parecía que querías torturarlo de manera lenta y dolorosa. O mejor dicho, parecías realmente dolida... y eso solo me lleva a una conclusión.
-¿Qué conclusión? – preguntó intentando fingir un ligero tono de aburrimiento y consiguiendo en cambio un timbre de desesperación bastante penoso.
- Te ha hecho algo. Algo muy desagradable. Algo realmente grave. Son solo suposiciones pero...
-¿Qué suposiciones? - Necesitaba desahogarse. Y si ella no podía hablar de ello tendría que conseguir que su amiga lo descubriese.
- Pues…tengo varias. La primera es que habéis discutido. Te ha dicho cualquier cosa y tu te lo has tomado a la tremenda. Os habéis puesto a chillar...
- No... Esa no es la razón.
Paloma frunció el ceño y asintió.
- Bien, pues entonces vamos a por la segunda. ¿Que tal esta? Ha salido con sus amigos y...
-No. Otra...
- De acuerdo. Veamos... ¿Llegó tarde y...
- No.
- Pues solo me queda la más descabellada.
- ¿Y bien?
Paloma suspiró por la reacción de su amiga. Podía gritar y patalear por si quiera sugerirlo…aunque también era posible que le diese un ataque de risa. Echó una rápida mirada al rostro de su amiga. Sus cejas fruncidas, sus labios rectos, sus ojos achicados. Todo daba muestras de enfado, incluso sus puños apretados. Era imposible que ella…no, no era posible.
- Que...
-¡Javier!- un grito femenino interrumpió lo que seguramente hubiese sido un diluvio de interrogantes- ¡Te estuve buscando cariño!- ronroneó una chica morena de pelo rizado.
Se sentó junto a él, y ni corta ni perezosa le dio un tierno beso en los labios. Javier pasó su mano por los hombres de la chica y la abrazó.
Paloma miraba la escena sorprendida.
- No digas nada, te entiendo.


Miedo escrito en la frente. 

Pepita Pérez.

No le deseo a nadie estas pesadillas.

viernes, 23 de agosto de 2013

Adivina adivinanza...

Vivimos el dolor que implica olvidar. Experimentamos rabia cuando somos olvidados. Sentimos la desesperación de la falta de recuerdos. Olvidar nos lleva a equivocarnos de nuevo. Saldrá mal, y lo sabes. ¿Pero qué importa si ahora estás enamorado? Vencerá el olvido. Porque eso es la vida. Y el amor. Jugar, aunque la partida esté perdida desde el principio. Charlie Kaufman, que hijo de puta que eres.

¿Qué película es?



Nunca dejamos de ser nosotros.


Pepita Pérez

Perdonen señores, me he emocionado. 

jueves, 22 de agosto de 2013

Thunder Road

Show a little faith,there's magic in the night.


Venga, seamos sinceros: la comunicación política es insufrible. Tengo dos ampollas kilométricas en el pie derecho y unas agujetas terribles en los gemelos. Apenas 5 líneas escritas de un trabajo que entrego en semana y media y ninguna gana de ponerme seria y responsable en los estudios. Bruce suena en mis oídos con demasiada intensidad. Últimamente Thunder road me parece la canción más triste de la historia. Si lo por menos lo fuese... Mary no sube al coche, se queda encerrada en casa, rodeada de perdedores.

Bruce Springsteen es todo un icono del rock internacional. Su estilo es personal y muy definido, con claras vinculaciones a su tierra natal, New Jersey. Su sonido es claramente americano, y sus letras lo confirman. Son reseñables temas como Born in the U. S. A. - aunque a mi esta canción en concreto no me haga ninguna gracia - , The river, Born to run, Radio Nowhere, Dancing in the dark y Streets of Philadelphia. Sus letras son inconmensurables, de un profundo calado poético, siempre adaptado a un lenguaje moderno y actual. Sus directos cumplen con nota – en mi opinión, son mejores las versiones lentas – y ello se debe a la aparición en el escenario de una sublime E Street Band. Clarence Clemons – saxofonista que aparece en la más que conocida portada del Born to run, y el teclista Roy Bittan – maravillosa colaboración con Knopfler en Making Movies – son sus bazas de suerte en los escenarios.

Born to run supuso un gran éxito comercial y sirvió como plataforma de lanzamiento de la carrera musical de Springsteen tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. Mientras sus dos primeros álbumes, Greetings from Asbury Park, N.J. yThe Wild, the Innocent & the E Street Shuffle, tuvieron un éxito popular más bien modesto; Born to Run cimentó la reputación de Springsteen en el mundo musical y sirvió para establecer su primera base fija de seguidores. La portada de Born to Run supone uno de los iconos y una de las imágenes más populares de la música rock. Fue tomada por Eric Meola en 1975, durante una sesión de tres horas en la que desecharía 900 instantáneas. La pose de Springsteen no estuvo planeada, llegando un momento en el que Springsteen encendió el amplificador, comenzó a tocar la guitarra, y casualmente se apoyó en el hombro de Clarence Clemons. La famosa foto sería tomada en ese momento y usada como portada del álbum.

Thunder road describe, en palabras traducidas del propio Bruce, a una mujer joven llamada Mary, su novio y “su última oportunidad para hacer su historial real”.

The screen door slams
Mary' dress waves
Like a vision she dances across the porch
As the radio plays
Roy Orbison singing for the lonely
Hey that's me and I want you only
Don't turn me home again
I just can't face myself alone again
Don't run back inside
Darling you know just what I'm here for
So you're scared and you're thinking
That maybe we ain't that young anymore
Show a little faith there's magic in the night
You ain't a beauty but hey you're alright
Oh and that's alright with me
You can hide 'neath your covers
And study your pain
Make crosses from your lovers
Throw roses in the rain
Waste your summer praying in vain
For a saviour to rise from these streets
Well now I'm no hero
That's understood
All the redemption I can offer girl
Is beneath this dirty hood
With a chance to make it good somehow
Hey what else can we do now ?
Except roll down the window
And let the wind blow
Back your hair
Well the night's busting open
These two lanes will take us anywhere
We got one last chance to make it real
To trade in these wings on some wheels
Climb in back
Heaven's waiting on down the tracks
Oh-oh come take my hand
We're riding out tonight to case the promised land
Oh-oh Thunder Road oh Thunder Road
Lying out there like a killer in the sun
Hey I know it's late we can make it if we run
Oh Thunder Road sit tight take hold
Thunder Road
Well I got this guitar
And I learned how to make it talk
And my car's out back
If you're ready to take that long walk
From your front porch to my front seat
The door's open but the ride it ain't free
And I know you're lonely
For words that I ain't spoken
But tonight we'll be free
All the promises'll be broken
There were ghosts in the eyes
Of all the boys you sent away
They haunt this dusty beach road
In the skeleton frames of burned out Chevrolets
They scream your name at night in the street
Your graduation gown lies in rags at their feet
And in the lonely cool before dawn
You hear their engines roaring on
But when you get to the porch they're gone
On the wind so Mary climb in
It's town full of losers
And I'm pulling out of here to win

No puedo ser imparcial con esta canción, lo reconozco. Musicalmente me parece redonda: la armónica suena bellísima en los primeros acordes, para pronto perderse en una batalla in crecendo de instrumentos perfectamente conectados. El piano de Roy Bittan jamás ha sonado mejor acompañando a Springsteen.

Letrísticamente no puedo poner ni una pega, mis emociones al escucharla varían desde la tristeza profunda y el desánimo hasta la esperanza momentánea. Algunos de sus balazos más brutales son ese “Hey that's me and I want you only” inicial que continua suplicando undon't turn me home again,I just can't face myself alone again”, la puerta abierta que deja al futuro sabiendo que el viaje no es gratis y que implica esfuerzo y sacrificio, la ansiada libertad con la necesaria ruptura de todas las promesas y ese maravilloso final que no puede ser más explícito: “But when you get to the porch they're gone on the wind... So Mary climb in. It's town full of losers and I'm pulling out of here to win”. ¿Existen versos más bellos y sentidos? Sube conmigo al coche, juntos conseguiremos un mundo mejor para nosotros. Y por supuesto, mi parte favorita de toda la canción, la segunda estrofa que no voy a traducir ni comentar, perdería toda la magia... “You can hide 'neath your covers and study your pain, make crosses from your lovers, throw roses in the rain.Waste your summer praying in vain for a saviour to rise from these streets. Well, I'm no hero, that's understood... With a chance to make it good somehow, hey what else can we do now?”.

Quien fuera Mary...



Y al final hoy ni Tchaikovsky ni Wagner, ni orgullo ni dignidad. Dignidad porque ya no me queda, porque la he perdido toda, y orgullo porque está bajo mínimos. Y por eso Thunder Road, porque asi me siento - o así me gustaría sentirme -. Porque como dice Jaime en un siempre acertado verso, “las lecciones de cosas siempre han sido románticas. Posiblemente porque interpretamos los detalles al pie de la letra y el conjunto en sentido figurado”. Y cualquier cosa tuya se convierte ya en detalle... Porque no hay orgullo y mucho menos dignidad, solo el recuerdo de un disco elegido en mal momento que se ha repetido toda la puta mañana. Me he acordado de tu madre Jim Morrison, de tu santa madre... De tu Roadhouse blues y las tantas versiones y fragmentos bonus, de esa maravilla de la naturaleza que son las canciones cuatro y cinco – y esas si que duelen, creeme – y el final épico del disco. En que momento padre, en que momento decidiste innovar, que te gustase y darle al repeat...

Pero siempre nos quedará Thunder Road, y aunque Mary se quede hoy en casa, internamente volará lejos. Ya sabes donde.

Pepita Pérez

Sin esperanza, y sin convencimiento. 

miércoles, 21 de agosto de 2013

Unos cuerpos son como flores...

Volviendo a ser piedra en el camino de nadie.


He de reconocer que tenía preparada una entrada sobre Tchaikovsky - mal que le pese a mi padre, el mejor compositor de toda la historia de la música. Y no, no acepto frases tipo “si el paraíso existe su banda sonora la compondría Mozart”,“las obras de Haendel vienen directamente del cielo” o “Bach es insuperable” -, pero esta pasada madrugada, mientras releía la obra completa de Luis Cernuda, he encontrado un poema que se podría hilar de manera perfecta con la última publicación. Neruda versus Cernuda, a ver que tal sale...


Unos cuerpos son como flores,
otros como puñales,
otros como cintas de agua;
pero todos, temprano o tarde,
serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un
hombre.
Pero el hombre se agita en todas direcciones,
sueña con libertades, compite con el viento,
hasta que un día la quemadura se borra,
volviendo a ser piedra en el camino de nadie.

Yo, que no soy piedra, sino camino
que cruzan al pasar los pies desnudos,
muero de amor por todos ellos;
les doy mi cuerpo para que lo pisen,
aunque les lleve a una ambición o a una nube,
sin que ninguno comprenda
que ambiciones o nubes
no valen un amor que se entrega.

Decíamos en la anterior publicación que el poeta chileno se encuentra desesperado por la marcha de la mujer amada, y ansía su vuelta y verla florecer a su lado. La actitud del sevillano, en cambio, es altiva y orgullosa. Su actitud es igualmente derrotada, pero no llora por su marcha, sino que se reconoce a él mismo como el centro de su propio universo. Y aunque el poeta se muera de amor, entregue su cuerpo para que lo pisen y busque desesperadamente la felicidad opuesta, la desilusión llega de igual modo, pues ella no comprende – ni mucho menos valora - el esfuerzo de un amor que se entrega.

Me viene también a la cabeza una escena genial de El apartamento – y que escena de esa película no merece ser citada, dice el subconsciente – en la que una desesperada y hundida Shirley McLaine deposita en un sobre diez dólares antes de intentar quitarse la vida. Cuando despierta y se encuentra con un preocupado Jack Lemmon, pregunta por el sobre: - Ábralo. - Pero si solo hay un billete de diez dólares. - Quería enviarselo al Señor Sheldon. La protagonista pretende recuperar su dignidad al entregar el billete a su amante, quien se lo dio para justificar su matrimonio y su lógica rabieta.

Hoy no voy a escribir mucho más. Ni estoy de humor, ni tengo especiales ganas. Por la tarde me espera Ariel Jerez y por la mañana madrugo, me voy al campo con mi padre. Y mientras que discutimos sobre quien es mejor compositor, si Wagner o Tchaikovsky, hacemos un repaso a Crimen y Castigo y nos metemos con los hijos de puta que están en el gobierno, le haré saber mis dudas sobre el tema que esta y tantas otras noche me quita el sueño. ¿Qué es el orgullo, papá? ¿Y la dignidad? ¿Cuál es la opción correcta? ¿Qué debo hacer en este caso? ¿Luchar como Pablo, o plantarse como Luis? Por ahora, parece que solo Jaime Urrutia sabe la respuesta. Y Billy Wilder también.

Pepita Pérez


Con tristeza, el caminante - alguien que no era yo, porque lo estaba viendo desde mi casa - recogió su polvoriento equipaje, se santiguó, y anduvo algo. Luego dejó de andar, volvió la cara, y miró largamente al horizonte. Iba ya a proseguir quién sabe a dónde, cuando vio a alguien que venía a lo lejos. Su rostro reflejó cierta esperanza, después una terrible alegría. Quiso gritar un nombre, pero su corazón no pudo resistirlo, y cayó muerto sobre el polvo, a ambos lados el trigo indiferente. Una mujer llegó, besó llorando su boca, y dijo: Ya no puedes oírme, pero juro que nunca había dejado de quererte.




lunes, 19 de agosto de 2013

Juegas todos los días con la luz del universo.

Se desviste la lluvia.



Como la vida misma, dice el dicho popular - y Dios castiga sin palos, dice otro - . Acabo de ver un documental de Pablo Neruda y la verdad es que estoy emocionada. Cualquiera que me conozca un poquito sabrá que es un tipo al que en el aspecto poético desprecio profundamente, su obra me parece insulsa y repetitiva. Un gran pastel de frutas y mujeres con kilos sobrantes de azúcar y melosidad. El Rafael Alberti español - y aunque las malas lenguas me critiquen, la equiparación es perfecta también con García Lorca -, todos más conocidos por su militancia revolucionaria y comunista que por la profundidad y el buen trabajo literario. Pero la poesía surge de la vena, y como casi cualquier otro arte, es sugerencia, emoción y reflexión.

Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua. 
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto 
como un racimo entre mis manos cada día. 
A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas. 
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur? 
Ah déjame recordarte como eras entonces cuando aún no existías. 
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada. 
El cielo es una red cuajada de peces sombríos. 
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos. 
Se desviste la lluvia. 
Pasan huyendo los pájaros. 
El viento. El viento. 
Yo solo puedo luchar contra la fuerza de los hombres. 
El temporal arremolina hojas oscuras 
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo. 
Tú estás aquí. Ah tú no huyes 
Tú me responderás hasta el último grito. 
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo. 
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos. 
Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas, 
y tienes hasta los senos perfumados. 
Mientras el viento triste galopa matando mariposas 
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela. 
Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí, 
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan. 
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos 
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes. 
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote. 
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado. 
Hasta te creo dueña del universo. 
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues, 
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos. 
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.

Pablo Neruda

¿Y para qué, Pablo? Nos engañaste a todos... La desesperación se siente en las entrañas y late con fuerza en las extremidades. Yo no creo que este poema sea una declaración de amor, sino los versos de un poeta que se resigna a ese amor perdido y que echa la vista atrás y recupera sus todavía sentimientos. No vamos a entrar en el análisis sexual de esa maravillosa frase final – que tiene mucho de sexual y mucho de intelectual, por supuesto – sino en el tono pasado y melancólicoque se evidencia en versos como Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo, ansiando la vuelta de la persona amada. Pero ella ya se ha ido y no tiene intención de volver. El poeta se siente atado, dependiente (Juegas todos los días con la luz del universo) pues ella marca el día y la noche, y por supuesto, su estado de ánimo. Sutil visitadora hace referencia a que es recuerdo, y el la siente suya y de su propiedad, su fiel reflejo (A nadie te pareces desde que yo te amo y Ah déjame recordarte como eras entonces cuando aún no existías), evidenciando también este verso la idealización que realiza el poeta. Pero el deseo sigue ahí, y el poeta solo quiere tenderla entre guirnaldas amarillas, para acto seguido declarar que la sigue amando y que la echa profundamente de menos (¿Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?). Después de un momento romántico, la realidad cae sobre sus espaldas (De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada. / El cielo es una red cuajada de peces sombríos. / Aquí vienen a dar todos los vientos, todos. El temporal arremolina hojas oscuras / y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo). El siguiente verso es claramente irónico, y desesperado (Tú estás aquí. Ah tú no huyes / Tú me responderás hasta el último grito). Grito de dolor, de soledad, de decir las verdades a la cara, de seguir hacia delante con esa persona. Y aunque el poeta reconozca los problemas y las dificultades que probablemente desencadenaron la ruptura (Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos), la idealización continúa (Ahora también, pequeña, me traes madreselvas /y tienes hasta los senos perfumados). El llanto y la nostalgia sucede a ese momento de pasión (Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí / a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan), para continuar con la evocación de un pasado glorioso (Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos / y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes) que pronto se desvanece (Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote). El poeta la ama, y hasta la cree dueña de su universo. Y aquí cambia el tiempo verbal, de un pasado y un presente constante en todo el poema a un futuro que sabe que no llegará, pero que el desea y ansía (Te traeré de las montañas flores alegres, copihues, / avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos). Y termina el poema con la frase más bella que nunca se ha escrito: Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos...

Verte florecer.


No más lágrimas Pablo, no más lágrimas.





Pepita Pérez

Aquí muere Marina Sánchez.