- Son las 4 y media de la mañana, ¿qué haces despierta?
Matilde estaba tan concentrada mirando la calle que no escuchó los
pasos de su padre acercarse.
- Estaba haciendo haciendo el trabajo de biología, ya sabes me
gustaría terminarlo el domingo - si, era una buena excusa. Su padre
la miraba con gesto incrédulo. - Bueno, en realidad no hacía
nada... Lo tengo atascadísimo.
Eso si que era verdad. Comenzó con él a mediados de agosto. Los
primeros veinte minutos todo marchaba a la perfección, la siguiente
media hora... bueno, con un poco de esfuerzo se concentraba algo.
Luego ya no había manera, sus pensamientos la absorbían y terminaba
perdiendo el día.
- Matilde...
- Anda, vete a la cama, yo no creo que tarde demasiado.
- No te acuestes muy tarde – dijo su padre antes de perderse por el
pasillo.
Estaba enfadado con ella, lo sabía. Había cogido su ordenador sin
su permiso, necesitaba echar un pequeño vistazo... Solo iban a ser
un par de minutillos, si lo pudiera hacer desde el suyo no lo
cogería. Pero eso el no lo entendía... Y lo que vio le gustó tanto
que de la euforia se levantó del sofá, se llevó por delante el
ordenador y comenzó a dar saltitos por todo el salón. El pobre
aparato terminó en el suelo, con una esquina rota y un arañazo en
la tapa. Su padre estaba enfadado, el ordenador destrozado, pero
Javier al menos pensaba en ella. No podía disimular su sonrisa...
Seamos realistas, ¿quién iba a venir a buscarla a las cuatro y media de la mañana? En
momentos como este se sentía patética y ridícula. Maldita
coherencia. Le había
esperado toda la noche. Estaba segura de que iba a venir. La
seguía queriendo, lo sentía en la piel. Y ella a él. Si no fuera
tan orgulloso, si tan solo se diera cuenta que su felicidad llevaba
su nombre... Matilde
no podía hacer nada, tenía que ser él. Y joder, hoy lo había
visto tan claro... Desde
luego, leer entre líneas no era lo suyo. Maldita nube nueve.
Su
disco seguía sonando. La siete, la ocho, la nueve... Cogió
el teléfono y le buscó entre sus contactos. Mi
cama también me queda grande sin ti...
No
lo envió. Tendría que ser él.
Pepita Pérez
Espero que estés bien.