miércoles, 30 de octubre de 2013

Acotaciones.

La vida pasa mientras que los veinticuatro de octubre llamas preciosa a otras. Sabes que tendrías que estar leyendo – mañana tienes examen – pero desistes. Si no entiendes tu propia vida no intentes hacer lo propio con el pensamiento de los demás. Hobbes sigue siendo un misterio.
Te ves sola, como siempre. Tú y tus idilios. Con Ángel, con Jaime, con las puertas de la facultad y contigo. Tu cabeza vuela lejos a un día de mediados de julio en que creías que lo tenías todo. María Miranda volvía a Madrid en septiembre, verías a Julio al día siguiente y a nosotros nos faltaba menos de un año para irnos de aquí. Ahora ya no hay nosotros y no creo que escape nunca de esta ciudad - todo pasó, todo es borroso ahora, dice el poema -. Trescientos sesenta kilómetros entre Pozuelo y Autol y demasiado silencio y ausencia en la capital. Que lo sepas, no tienes ni un poquito de vergüenza. Se acabaron los favoritismos, las debilidades y las preferencias.
Pero de puertas hacia fuera eres fuerte, y mañana te pondrás tacones. Solo la almohada y la terraza conocen tus llantos, y ya son demasiados observadores. De nada sirve repetir tu nombre en silencio. Y ahora fuma, que se haga cenizas el orgullo... ¿Ah, pero que te queda de eso?
Te quiero.


Compartimos silencios y estaciones. Somos un mismo secreto repartido en orillas distintas. Ya creamos un círculo que roza lo mágico lame lo hermético y nace como un gremio para locos incautos que a ciegas pueden traspasar fronteras y asaltan intimidades. 
(Leído en las puertas de la facultad)


Pepita Pérez

No hay comentarios:

Publicar un comentario