Ojalá
pudiera escribir un verso bonito sin condicionarte. Arrebatarte
a esa cualquiera que ahora no siente más que tu respiración, y
cohibida, mira el reloj porque llegas tarde a trabajar - deben ser ya
las cinco - . Mirar tu foto y reconocerte, no sentir que te he (has)
perdido. Pesan tus pestañas, aunque los cuadros de la camisa se vean
mejor que tu mirada. Un halo de tristeza – y por que no, de soledad
y quizá de desasosiego – sobrevuela la fría imagen. Luces y
sombras de un pasado que imposibilita el presente, pasión fatal que
crece como árbol y extiende sus raices por el innoble suelo que
acostumbramos a pisar. Cabeza hipócrita, vanidosa imagen de un
espejo que ya no nos devuelve la réplica. Ángel, estamos solos. Tú,
yo y su fotografía.
Y
ahora, soy otra cualquiera, intentando vivir una vida nueva, otra
vida quizá, pero no nuestra. Ya lo dice Alejandra: te doy, te soy.
Pepita
Pérez.
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