“A
veces me pregunto si mi enorme sufrimiento no es una defensa contra
el hastío. Cuando sufro no me aburro, cuando sufro vivo intensamente
y mi vida es interesante, llena de emociones y peripecias. En verdad,
sólo vivo cuando sufro, es mi manera de vivir. Pero algo en mí que
no quiere sufrir. Algo quisiera observar y callar, analizar y tomar
nota (la novelista que llevo dentro y de cuando en cuando se decide a
escribir). La consideración de mi vida me da vértigos. Me veo en el
pasado, me imagino en el futuro y todo comienza a girar. Y todo es
demasiado grande, inabarcable. Tal vez yo soy demasiado pobre para
poder aceptar y contener todo lo que he vivido y sufrido.
Una
sola cosa sé: mi problema esencial es con la gente, con lo otros. Y
todo es muy sencillo: si los otros me sonríen soy feliz. Si me miran
con hostilidad sufro como un personaje de tragedia griega. Pero no es
tan simple: también hay una que soy yo a la que le importa
absolutamente nada los otros, hay alguien que se encoje de hombros
ante los otros y lo que puedan pensar o hacer”.
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¿Ya has terminado de leerlo? ¿Qué te parece?
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Creo que Alejandra habla muy bien de ti.
Pepita
Pérez.
Asustada.
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