jueves, 9 de enero de 2014

Ideas breves.

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del mediodía. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo – incluso en las tardes de lluvia -. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en el trabajo diario y en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente con la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelo a quererte. Cuando nos acostamos siento estás hecho para mí, de algún modo me lo dicen tus pestañas y tu vientre - mis manos me convencen de ello - y que no hay otro lugar a donde ir mejor que a tu lado. Vienes todo entero a mi cuerpo, y los dos desaparecemos un instante.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, y hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajeno como el hombre de otra. Me preocupan las mujeres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves, ¿quién podría quererte más que yo, amor mío?

Dame ahora tu boca, me la quiero comer con tu sonrisa
J. Sabines


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