Es
algo que le ocurre a algunos: una inadaptación, una rebelión,
una lucidez, un ser muriéndose como una tortuga, alguien que ve más
que los otros, que ve mejor, lleno de ternura que dar, de amor; y no
obstante se encierra, vive solo y solitario como en un tumba,
condenado a una soledad sin remedio. He aquí lo incomprensible: un
verdadero criminal. Es el verdadero maldito.
Pepita Pérez
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