-
¿Y Rita? ¿Dónde está?
-
Ahí la tienes – dijo señalando al animal que corría en dirección
desconocida.
-
¡Rita, Rita!
El
perro se dirigía a... No podía ser. Le reconocería en cualquier
lugar. ¿Qué hacía aquí?
-
¿Qué...?
-
Es irracional – le cortó el chico – Tenía ganas de verte, y yo
que sé, aquí estoy.
-
¿Puedo?
No
hacía falta palabras entre ellos, sabía perfectamente lo que quería
decir. El chico asintió levemente.
Matilde
se incorporó en la cama bruscamente. Solo había sido un sueño.
Pepita
Pérez
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