Los
que ya me conocéis sabéis que tengo una gran debilidad por Mafalda.
Me gustaría comenzar esta entrada con una viñeta en la que aparece
Mafalda sentada en el regazo de su padre y le pregunta: “Soy toda
oídos papito, ¿podrías explicarme por qué en vez de cambiar
estructuras a todos les da por remendar armazones?” Si seguís
leyendo entenderéis el por qué de esta introducción.
Son
las tres de la mañana y tendría que estar durmiendo, o en su
defecto peleándome con el capital social y la participación
electoral, pero ni podría dormir ni tengo la cabeza para leer sobre
el abstencionismo en Venezuela.
Esta
tarde he visto Un amor de jeunesse (2011), de Mia Hansen Love,
directora desconocida hasta el momento. Las críticas eran buenas, y
me la habían recomendado fervientemente. Ignorando el “es dolorosa
Marina, no se si te va a hacer bien que la veas ahora” me he
lanzado a verla, y mi primera sensación ha sido de profunda
decepción. La historia es preciosa, y de haber sido tratada de
distinta manera, posiblemente me hubiera cortado las venas después
de su visionado. Es tan fácil la identificación... Camille tiene 15
años y mantiene una ¿bonita? relación con Sullivan, un
chico que en su afán de mantener la independencia y no atarse
demasiado a su chica emprende con sus amigos un viaje a
Latinoamérica. El destino les mantiene separados durante casi una
decena de años, en los que ella, corazón triste, depresivo y
solitario, encuentra de nuevo el amor - ¿es posible volver a
amar una vez que ya has amado? - en un viejo profesor de
arquitectura. Como toda historia de amor, se vuelven a encontrar para
después entregarse a una vida ¿feliz? separados. La
imagen del sombrero arrastrado por la corriente es bellísima.
Mi
crítica es sencilla: no me he creído a los personajes. No he visto
en ningún momento la química entre los protagonistas, como tampoco
he visto la tensión sexual que la directora nos pretende hacer
creer. Camille y Sullivan vagan ante la cámara, rozando la patética
obsesión desenfrenada en algunos momentos. Y me da rabia, porque la
historia podría haber dado para mucho más, pero con las actuaciones
ya mencionadas la película se queda en tierra de nadie.
Aún
así, y esto es lo que más me jode, me ha dejado hecha polvo. Duele,
duele mucho. Tendré que seguir recomponiendo mi corazón.
Mezclar
vivencias personales supongo que será inevitable en estos casos,
pero el personaje de Sullivan me ha dado mucho asco. ¿Pero como se
puede ser así de capullo?
“Camille,
j'ai encore revé avec toi cette nuit alors que j' ai dormé avec une
autre. Tu attendait un enfant de moi. Et maintenent, comment je
quitte cette image? Je te quitte parce que c'est trop tard, ou trop
tôt pour recommencer. Parce que tu es loin de moi y je souffre dejà
trop. Je te quitte parce que je ne sais pas comment vivre avec cet
amour que je ne metrisse pas. Mais je sais que le liens que nous une
est plus fort que le temp qui passe, et je te quitte avec l'espoir de
te retrouver quelque jour, où nous serons plus libres, plus grands
et plus dignes de notre amour”.
Y aquí encaja la viñeta de Mafalda, ese poner
parches en el corto plazo en vez de tomar decisiones mucho más
complicadas. Os juro que no entiendo nada, siempre serás
mi mayor fracaso.
Pepita Pérez.